Acerca del Sello Editorial de la Universidad de Medellín
El Sello Editorial Universidad de Medellín tiene su razón de ser en la divulgación y comercialización de los libros, revistas, textos universitarios y otras publicaciones convencionales o electrónicas que recojan la producción intelectual de los profesores y estudiantes de la Universidad que por sus altas calidades merezcan esa distinción, a juicio de las autoridades competentes de la Institución.
El Sello Editorial actualmente cuenta con dos convenios de coedición; uno con la entidad Tirant Lo Blanch, y otro con la Universidad Pontificia Bolivariana. Estos convenios nos permiten adelantar procesos editoriales y trabajar de forma colaborativa y eficaz, generando beneficios entre ambas partes. Estas entidades facilitan servicios editoriales y de distribución que permiten al Sello adelantar otros procesos.
Asimismo, el Sello editorial hace parte del G8 de editoriales, en el que convergen diversas universidades del país. Esta red permite realizar trabajo colaborativo, generar alianzas con las diferentes universidades para fines de coedición, eventos académicos y de visibilidad, etc.
A comienzos de la década del 2000, la Universidad de Medellín inició el proceso de autoevaluación con fines de acreditación. Esta tarea implicó revisar desde los cimientos contenidos en el Acta de Fundación de la Institución todo el camino recorrido en 50 años de existencia, con todos y cada uno de los componentes teóricos y físicos que la integran, así como la proyección y el impacto de su quehacer en la sociedad. Este proceso, adelantado por la mayor parte de las instituciones de Educación Superior del país, tenía sustento en la normativa que al respecto había emitido el Gobierno nacional.
Uno de los elementos que había que considerar en este proceso era el relacionado con la producción de conocimiento y su consecuente divulgación. La producción, por supuesto, estaba en cabeza del cuerpo docente, y la divulgación corría a cargo del Departamento de Publicaciones. Sin embargo, las directrices de evaluación exigían que las publicaciones cumplieran con los estándares de calidad exigidos para las publicaciones académicas, entre ellos, control de calidad de contenido y de forma, ISBN, depósito legal de ejemplares en las entidades correspondientes. De igual manera, era necesario intervenir la publicación de las revistas con la mira de lograr su indexación nacional e internacional.